Así se explica que el tiempo, recursos, energías y dinero que dedicamos a perfeccionar algo bueno es contraproducente, pues requiere mucha dedicación para poder obtener una mínima mejora, si es que llega tal, y por tanto dejamos de dedicar estos recursos a otras tareas.
Por tanto, hagamos las cosas bien, hasta un punto en el que veamos que mejorarlo nos va a suponer una dedicación que ya no merece la pena para el resultado que queramos conseguir. Así el resultado será óptimo en relación calidad/precio, o resultado/coste invertido.
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