Nuestras casas son cada vez más pequeñas

Casa pequeña sobre mano
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Cada vez buscamos casas más pequeñas

Los pisos se convierte a veces en casi ‘latas de sardinas’ donde vivimos. En las tiendas de muebles, sobre todo en ese gran almacén de muebles sueco que todos conocemos,  nos dan ideas para amueblar y aprovechar hasta el techo para viviendas con una superficie muy pequeña.

 

La tendencia es la de adquirir casas más y más pequeñas con el tiempo. La costumbre de tener una «casa grande» va cambiando, las necesidades cambian.

Esto se debe a varios factores:

  • precio
  • unidad familiar de menos personas, incluso unipersonales
  • divorcios
  • traslados por trabajo
  • no cocinamos tanto en casa

Cada vez vamos teniendo casas mas pequeñas, eso produce agobio y hasta claustrofobia, pero se va perdiendo esa costumbre arraigada de tener siempre una casa enorme, infrautilizada, con habitaciones para cuando venga algún familiar que vive en otra ciudad. Ya no podemos permitirnos tener ‘habitaciones de invitados‘ como si de un hotel se tratara nuestra casa.

Las razones son varias:.

El precio es importante, al haber subido tanto en la época del boom del ladrillo, para tratar de adquirir una vivienda en el barrio donde nos apetecía, mucha gente ha tenido que conformarse con un piso mas pequeño para poder pagar el creciente precio. Ahora, con la crisis, los precios han bajado, pero poca gente se decide a comprar un piso, pudiendo conseguir ahora  uno grande a menor precio…  es una buena oportunidad…

Por otra parte, la unidad familiar se compone cada vez de menos personas, ya no se tienen tantos hijos como nuestros abuelos, somos familias de 3 ó 4 personas a lo sumo, no abundan las familias con más de 2 hijos. Además, desde la aprobación de la ley del divorcio, allá por los años del gobierno de Felipe González, se van viendo progresivamente más y más gente separada o divorciada que viven solas, unidades familiares unipersonales, y solo necesitan pisos con un solo dormitorio, o estudios.

Además el mundo laboral es cada vez más inestable, bien porque nuestra empresa nos traslada de puesto trabajando en otra ciudad, bien porque cambiamos de trabajo con el afán de mejorar nuestras condiciones; con lo que cambiamos de vivienda más de lo que nos gustaría; eso provoca que llevemos en los traslados las mínimas cosas imprescindibles, con lo que no acumulamos tantos trastos, y necesitaremos viviendas más pequeñas. A veces, en una familia, ambos cónyuges tienen que vivir en ciudades distintas durante la semana, con lo cual ocupan 2 viviendas, pero una será muy pequeña seguramente.

Y por último, cada vez es más común que las mujeres también tengan un puesto de trabajo más o menos estable a lo largo de los años, con lo que, si ambos cónyuges trabajan, poco tiempo y ganas tenemos para llegar a casa, limpiar y cocinar, por lo que ya no necesitamos tanto espacio para vivir, si pasamos gran parte del día fuera de casa, ni para cocinar, ni para limpiar. 

Por tanto la costumbre de tener una vivienda grande queda de lado, y nos quedamos con la superficie necesaria para vivir. Por experiencia propia, la superficie que necesitamos no es tanta para vivir, sino más para guardar trastos, electrodomésticos y mobiliario que compramos, puesto que la fiebre consumista que el mercado nos provoca, nos obliga a llenar nuestra pequeña casa de un montón de cosas que, muchas de ellas, las usaremos muy poco, o nada durante años.

Poco a poco nos acercamos a las mini-viviendas que la Sra. Trujillo,  ministra de vivienda, proponía en su día, de 30 m².

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